Misión

Organización ciudadana dedicada a preservar aves mexicanas en riesgo de extinción www.txori.org

viernes, 12 de noviembre de 2021

Psitácidos de mi tierra (Jalisco)

Noviembre 12 de 2021

Por: Víctor Busteros

Hace unos días participé con una charla virtual en el Festival Aves de Mi Tierra, evento que organizó el grupo de voluntarios del Programa de Aves Urbanas Guadalajara que dirige la CONABIO (PAU-GDL).

Durante mi presentación expliqué qué hacemos en Fundación Ornitológica Txori (FOT) y luego mencioné las especies de psitácidos que existen en Jalisco, tema que generó interés, ya que a partir de entonces he recibido varios correos-e solicitando información adicional. Así que recurro al blog de FOT para responder.

Cabe mencionar que la información que compartí en la charla proviene de diversas fuentes escritas; aunque también debo decir que desde 2011 en FOT nos dimos a la tarea de corroborarla e incluso ampliarla haciendo exploraciones en diversos sitios del estado en los que pudimos observar ejemplares silvestres de las aves referidas u obtuvimos testimonios fidedignos de su presencia actual o antigua por parte de personas que habitan en el lugar.

Con base en lo anterior podemos afirmar que históricamente Jalisco es área de distribución de 7 especies nativas. Además, en la última década también hemos registrado ejemplares de otras dos especies: una nativa, pero cuya distribución no corresponde al estado y otra exótica que ha proliferado en ambientes urbanos. Es decir, hoy en día en Jalisco podemos encontrar 9 especies de psitácidos: siete nativas, otra nativa pero que no es autóctona y una exótica.

A continuación, una breve descripción de las especies que podemos encontrar en el estado de Jalisco:

Especies nativas

1. Guacamaya verde o militar (Ara militaris):

Es el segundo psitácido más grande de México. Se distribuye mayormente en bosques de la región costera del estado. También se observan grupos pequeños en algunas cuencas de ríos del interior. En la NOM-059 está catalogada en peligro de extinción.

2. Loro cabeza amarilla (Amazona oratrix):

Esta considerado entre los mejores imitadores del mundo, esa cualidad lo hace muy atractivo para quienes buscan un loro que hable. Su población en Jalisco disminuyó catastróficamente a partir de la década de los años setenta por el tráfico de fauna silvestre y la destrucción de su hábitat. En más de una ocasión se ha discutido considerarlo extirpado del territorio jalisciense. Originalmente se distribuía a lo largo de la región costera, aunque también se han recabado testimonios de su probable presencia en la cuenca del rio Santiago en tiempos pasados, inclusive en la zona de Huentitán. En la NOM-059 está catalogado en peligro de extinción.

3. Loro corona lila o montañés (Amazona finschi):

Especie endémica que suele verse en ambientes urbanos y suburbanos, se distribuye mayormente a lo largo de la zona costera y en torno a algunas ciudades en el interior del estado. Está clasificada en peligro de extinción por la NOM-059.

4. Loro de frente blanca (Amazona albifrons):

Desde 2011 se avistaron pequeños grupos de la especie volando en la sierra costera que se ubica en el municipio de Puerto Vallarta. Se cree que son parte de la población que se distribuye históricamente en el vecino estado de Nayarit. La especie está sujeta a protección especial por la NOM-059.

5. Cotorra serrana occidental o guacamaya enana (Rhynchopsitta pachyrhyncha):

Especie endémica que habita en los bosques de la Sierra Madre Occidental. En Jalisco se le encuentra en la zona norte que limita con Nayarit y en el sur en la serranía aledaña a Michoacán. También se han reportado avistamientos de la especie en torno a los bosques de encino y pino del Volcán y Nevado de Colima. La NOM-059 la clasifica en peligro de extinción.

6. Perico de frente naranja o atolero (Eupsittula canicularis)

Es uno de los psitácidos más traficados. Se distribuye en zonas bajas de la región costera y en bosques caducifolios del interior del estado. Sus poblaciones son cada vez más reducidas. La especie está sujeta a protección especial por la NOM-059.

7 Periquito de rabadilla azul o Catarina (Forpus cyanopygius)

Especie endémica que habita principalmente en la zona costera, también se le encuentra en selvas bajas y cerca de cuerpos de agua en el centro del estado, en donde sus poblaciones fluctúan. La especie está sujeta a protección especial por la NOM-059.

Especie no autóctona

Loro cachete amarillo (Amazona autumnalis):

Aunque su área de distribución histórica está en la vertiente del Golfo y sureste de México, en años recientes hemos observado individuos de la especie volando sobre los bosques caducifolios de la barranca del río Santiago, entre los municipios de Tonalá y Tequila, es probable que se trate de ejemplares introducidos de modo fortuito, producto del tráfico de fauna silvestre. La especie tiene la categoría de amenazada en la NOM-059.

Especie exótica

Cotorra Argentina o perico monje (Myiopssita monachus)

Especie originaria de Sudamérica que fue introducida a partir de que se permitió la importación masiva de ejemplares con fines comerciales. Desde hace una década su presencia aumentó de forma considerable en la Zona Metropolitana de Guadalajara y otras ciudades del estado. Se caracteriza por construir grandes nidos en postes y árboles altos ubicados en parques, aceras y camellones. Se le considera una especie exótica invasora.

CONCLUSIONES:

En Jalisco podemos encontrar 9 especies de aves psitácidas: 7 nativas, otra nativa pero no autóctona (A. autumnalis) y una exótica (M. monachus).

Entre las psitácidas nativas de Jalisco hay una guacamaya (A. militaris), 3 loros (A. oratrix, A. finschi, A. albifrons), uno de los cuales es endémico, también hay una cotorra endémica (R. pachyrhyncha) y 2 pericos (E. canicularis, F. cyanopygius) uno de ellos también endémico. Es decir, 3 de los 7 psitácidos nativos en Jalisco son endémicos de México. 

4 de las 7 especies nativas están clasificadas en peligro de extinción y 3 están sujetas a protección especial.

martes, 25 de agosto de 2020

SOS, TXORI necesita ayuda

 
 
El impacto económico por la pandemia COVID19 ha sido terrible para los proyectos de conservación, sobre todo para aquellos que se mantienen exclusivamente de donativos.

Txori es una iniciativa sin ánimo de lucro cuyo objetivo es preservar aves en peligro de extinción a través de santuarios dedicados a rescatar, rehabilitar, reproducir y, cuando es posible, liberar pericos mexicanos decomisados, abandonados o que nacen en cautiverio; todo ello combinando desarrollo social y restauración de ecosistemas.

Desde su creación, Txori se sostiene con aportaciones privadas provenientes de pequeñas empresas e instituciones, así como de un reducido grupo de donadores y voluntarios que de forma altruista aportan los recursos económicos y en especie que se necesitan para mantener en marcha el proyecto, el cual consta de un pequeño centro de investigación y un aviario reconocido como Santuario de Psitácidos en Centro y Norteamérica.

Lamentablemente, la actual contingencia ha obligado a los benefactores de Txori a suspender o, en el mejor de los casos, a reducir significativamente sus donativos, situación que pone en riesgo la continuidad del proyecto de conservación.

Quienes colaboramos en Fundación Ornitológica Txori te invitamos a visitar www.txori.org para que conozcas más sobre nuestro trabajo.

Si deseas apoyarnos económicamente o en especie escríbenos a info@txori.org

jueves, 10 de octubre de 2019

Preservar loros en ambientes urbanos, una paradoja de conservación.


Octubre 10 de 2019

Por: Víctor Busteros.

Los aficionados a la observación de aves saben que no necesitan salir de las ciudades para poder registrar un importante número de especies. De hecho, los ornitólogos más experimentados frecuentemente se sorprenden por la cantidad y tipos de pájaros que encuentran volando libremente dentro de los parques y jardines de algunas zonas metropolitanas.

Si bien es cierto que las ciudades son enormes consumidoras de recursos naturales, productoras de descomunales cantidades de basura, emisoras de peligrosos contaminantes, foco de enfermedades infecciosas y además el hábitat de dos de los más temibles depredadores que existen en el planeta −el ser humano y el gato doméstico−; también es cierto que para algunas aves se han convertido en una alternativa de sobrevivencia, quizá la última para especies que precisamente por la expansión de la frontera antropogénica han tenido que modificar sus hábitos naturales. Curiosamente, muchos de estos nuevos y singulares ciudadanos alados corresponden a especies catalogadas en peligro de extinción.

Las colonias urbanas de loros (psitácidos) son uno de los mejores ejemplos de lo anterior, ya que en muchas ciudades del mundo han proliferado. Aunque cabe mencionar que la mayoría fueron introducidas, ya que se originaron a partir de la liberación fortuita o deliberada de ejemplares −mascotas o aves de ornato− que permanecían en cautiverio. Sin embargo, también se han descubierto otras colonias que son totalmente silvestres pero que acuden a las ciudades buscando agua, alimento, refugio para pernoctar e incluso para anidar.

Las aves psitácidas tienen hábitos especializados que las hacen depender de ecosistemas complejos ubicados en reductos geográficos bien delimitados, por tal motivo se les considera residentes. Sus desplazamientos a lo largo de las estaciones del año se limitan a la extensión de ciertas franjas o corredores biológicos en los que abundan el agua, alimento y sitios de refugio. En México, por ejemplo, su hábitat se distribuye mayormente en zonas con características de transición florística, algunas veces con altimetría acentuada, lo cual permite climas variados en espacios reducidos y por ende la coexistencia de diferentes tipos de vegetación. Paradójicamente, muchas ciudades recrean tales condiciones.

Entre los casos más conocidos de loros viviendo en ambientes urbanos destacan las guacamayas caraqueñas (Caracas, Venezuela), los loros de cabeza amarilla en Stuttgart (Alemania), las poblaciones de diversos pericos en el sur de California y Florida (EUA), así como la llamada invasión de las cotorras argentinas y de Kramer en Europa; fenómenos relativamente recientes y por ello medianamente estudiados. No obstante, conviene aclarar que salvo las guacamayas caraqueñas, las demás poblaciones urbanas de psitácidas corresponden a especies exóticas que algunos científicos creen que podrían generar problemas ecológicos, sobre todo si se habla de las dos últimas especies –cotorra argentina y cotorra de Kramer−, ambas señaladas como peligrosas invasoras; aunque lo cierto es que la evidencia científica para demostrarlo aún es insuficiente y más aún si consideramos que desde hace siglos hay otras colonias citadinas de especies aviares que hoy también son mal vistas, como las palomas domésticas.

La realidad es que el mayor impacto de estos pericos exóticos va mucho más allá del tópico ecológico, ya que es en las ciudades y no en las áreas silvestres donde se han establecido principalmente. Si analizamos objetivamente lo que sucede en Europa, por ejemplo, veremos que más que especies nocivas para la fauna y flora nativa se les considera una plaga ruidosa que genera suciedad y daños a la infraestructura urbana.   

En México, en cambio, hay importantes colonias de especies nativas establecidas en las principales zonas metropolitanas del país y sus áreas de influencia; sobresaliendo Monterrey, ciudad en la que se han documentado poblaciones residentes de diferentes especies mexicanas, Asimismo Guadalajara, con una de las más grandes bandadas de psitácidos, la cual se compone principalmente de loros de corona lila, una especie por demás interesante, ya que es endémica. Además, en esta misma ciudad hay una creciente población de cotorras argentinas, que a diferencia de otras especies exóticas aparentemente no interactúa con loros nativos.

El tema de aprovechar los ambientes urbanos para preservar especies de loros en peligro de extinción ha dividido a la comunidad científica, motivando acaloradas discusiones y opiniones encontradas. Mientras algunos especialistas consideran que es una estrategia de conservación viable, otros la descalifican por parecerles antinatural.

Lo cierto es que en las últimas décadas la gran mayoría de las poblaciones silvestres de psitácidos han decrecido dramáticamente a causa del tráfico de fauna y a la pérdida de su hábitat natural, agravada por el cambio climático. Por tal motivo, si las ciudades han permitido la subsistencia de algunas especies, no deberían descartarse como santuarios de conservación. Desde luego serán necesarios más estudios, así como monitoreo estrecho y permanente de las bandadas urbanas existentes para controlarlas y evitar daños ambientales mayores.